Beijing Haidianqu – 北京海淀区
26 de noviembre 2013
De 9h45 a 16h00 (6h15min)
21,20 km
往南走 (Wangnanzou, yendo hacia el sur)
Salida a las 9h45; un bonito día pero muy frío y ventoso.
Después de tres horas caminando hacia el sur, giré hacia el oeste para buscar una ruta que me llevaría por el norte de vuelta a casa. Era la una, la hora de la comida casi terminada pero todavía pude observar mucha gente comiendo “chuan’r”, las brochetas chinas que se pueden comprar y comer por todos los lados en la calle. Existen chuan’r de carne, de verduras, de frutas, de insectos, de todo lo que uno se puede imaginar.
La cantidad de chuan’r desechados que se pueden encontrar por las calles de Pekín es impresionante.
Están por todos los lados.
Y en gran cantidad.
A pesar de ser un tanto asquerosos, los chuan’r me parecen un elemento interesante por dos razones: es un simple objeto de madera y es muy fácil encontrarlo en gran cantidad en cualquier lado.
Recogí uno y lo atranqué en la valla más cercana.
Recogí unos cuantos más y los coloqué juntos en la misma valla.
Hice cuatro lineas con los palitos que pude encontrar en los alrededores, me reí un rato viendo los restos de comida que colgaban y seguí caminado.
En el camino probé distintas formas de usar los chuan’r, como esta, para dejar señales secretas.
O esta, obvia e inútil.
Pekín es una ciudad con mucho viento; entonces pensé que, después de terminar su chuan’r y de limpiarse los dedos, la gente podría utilizar el palito clavándolo en la tierra atravesando la servilleta para que esta no se fuera volando; la gente tira el palito y la servilleta en el suelo de todas formas entonces mejor sujetado que suelto.
Después de un rato, me encontré con ese bonito ejemplo de como los ciudadanos de Pekín encuentran formas de burlar la obsesión de los oficiales chinos por construir muros y vallas. En Pekín, cada barrio está cerrado con puertas. A veces hace falta más de 10 minutos para alcanzar un sitio que en principio se encuentra justo en frente al otro lado de la calle. Hace falta caminar siguiendo la verja, encontrar la puerta, encontrar el sitio donde se puede cruzar la calle (muchas veces también hay una valla en el medio de la calle para que la gente no pueda cruzar donde quiere)… Aquí, los dueños de la tienda, probablemente preocupados por no perder clientes, decidieron construir una escalera que dé acceso directo a la calle. He documentado cantidad de ejemplos donde la gente ha cortado barras de verjas para poder acceder a la calle sin dar largos rumbos. Hasta una vez vi unas barras cortadas en un portal cerrado con candado. Alguien está interesado en no dejar demasiados accesos abiertos. No se bien porqué, razones políticas me imagino.
Me encontré con ese otro interesante ejemplo de restricción de movimiento.
Más tarde, me encontré con algo muy común en Pekín: tarjetas tiradas al suelo con información comercial impresa en cada lado. Una alternativa a la típica distribución de octavillas a mano de una en una.
Las encontré a todo lo largo de mi camino.
En días de mucho viento, como es a menudo el caso en Pekín, esas tarjetas acaban volando fuera del alcance de la gente a quien están dirigidas.
Entonces pensé una solución utilizando los chuan’r, que son gratis y fáciles de encontrar.
Siempre hay uno cerca.
Después de 20 km en ese frío siberiano y con tan poquita inspiración, estuve bastante contento cuando por fin llegue a casa.
Ese experimento con chuan’r continuó durante Promenade #6 y dio resultados más convincentes.
El registro GPS del recorrido (haz clic en el mapa para verlo más grande).