Chester, NY, EEUU
6 de abril 2016
de las 10h28 a las 14:01 (3h33min)
8,2 km.
Steep Driveways
Empecé esta caminata en la esquina de Bull Mill road con Country Woods drive. Subí esta última hasta arriba de la colina. El camino terminaba en la cima. Al otro lado de la colina, a unos cien metros, podía ver otra carretera. Decidí alcanzarla cruzando a través del campo. Una vez que llegué a esa nueva carretera, caminé hacia la derecha y tomé la decisión de siempre girar a la derecha hasta que volviera a caer en Bull Mill road. Después de un largo bucle de unos de 6 km – donde me crucé con 16 ciervos, más de 50 ardillas, 1 chipmunk, varios pájaros carpinteros y no más de 2 humanos no-motorizados – noté una pelota de tenis en el lado del camino.
Mientras seguía andando, noté más pelotas en la zanja que bordeaba la carretera. Había pelotas de baloncesto, de baseball, de tenis, de fútbol…
Seguí mi camino subiendo unos cien metros y, una vez arriba de la cuesta, tomé la decisión de volver para atrás para intentar entender lo que pasaba en aquella zanja.
Una vez de vuelta donde la zanja, miré con más atención y empecé a descubrir muchas más pelotas.
Al otro lado de la carretera, justo en frente de la zanja llena de pelotas, había dos entradas de garaje en cuesta.
Antes de decidirme a bajar en la zanja, vi una pelota de baseball bajar tranquilamente desde arriba de la entrada del garaje de la derecha. La pelota cruzó la carretera justo delante de mi para terminar su curso en la zanja (¡¡y eso pasó de verdad!!).
Después de un buen minuto de incredulidad frente a esa pelota recién llegada, me decidí a bajar en la zanja y a recoger todas las pelotas. En todo encontré 27 de 6 deportes distintos: baloncesto, baseball, softball, fútbol, tenis et wiffle ball.
Todas esa pelotas deben de haber rodado desde las dos casas arriba y nadie nunca ha vuelto a recuperarlas. Puede ser porque hay mucho trafico en la carretera y que los niños tendrían que cruzarla para recuperar su pelota. O también porque la zanja se transforma una marisma llena de garrapatas del ciervo…
No importa, recolecté las 27 pelotas y las ordene en la hierba desde la más pequeña a la más grande. Todo eso con la esperanza de que sean suficiente visibles para que los niños se den cuenta y deciden bajar a recuperar sus pelotas. Eso podría tener como consecuencia positiva que sus padres dejen de comprar pelotas nuevas una y otra vez.
Hice unas fotos del resultado y volví a mi camino hasta alcanzar de nuevo mi punto de partida y cerrar el bucle.
El mapa del recorrido (haz clic en la imagen para agrandarla).